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Las ilusiones truncadas  por una gestión económica equivocada y las sentencias desfavorables son el recorrido que ha desembocado en la caótica situación actual de los estudios. La Consellería de Hacienda, encargada de la empresa pública, tiene pendiente cinco asuntos principales: Aguamarga, el cumplimiento de la petición de la CE, la privatización, el centro de estudios y el terreno expropiado.

La Esperanza de la Privatización

Actualmente, tanto la Generalitat como los posibles compradores están a la espera para ver cómo se resuelve el juicio con Aguamarga. Ningún posible comprador estaría de acuerdo con arrendar la gestión del complejo a una empresa que ni siquiera él ha escogido y aguardan hasta ver que la sentencia del tribunal que rescinde su contrato se hace firme.

Por otro lado, los interesados también están esperando al pliego de condiciones de venta que decidirá la Comisión Europea. De él dependerá que empresarios como Luis García-Berlanga, hijo del fundador, o Ximo Pérez, productor valenciano, mantengan o no su propuesta. 

La Generalitat estaba dispuesta a hacerles una buena oferta porque necesita el dinero a toda costa; pero puede que Bruselas exija que la venta se produzca con la condición de que se desembolse la misma cantidad que debe la empresa pública: 265 millones de euros. Y todavía quedaría por pagar la indemnización a los expropiados que no pueden recuperar su terreno porque fue ocupado por los estudios.

Si después de superar estos escollos consiguen venderla, aún quedan varias dudas por resolver. El centro de estudios forma parte de la venta, ¿estará interesado el nuevo dueño en mantenerlo? ¿Impulsará realmente el trabajo de esos jóvenes o se desentenderá por completo? ¿Qué hará el Gobierno valenciano con los alumnos y profesores si decide cerrar la escuela? Nadie se atreve a responder y la incertidumbre se ha notado en este curso, donde son menos de una decena los nuevos alumnos.

 

En la espera, Aguamarga sigue gestionando los estudios y aceptando producciones que no siempre se quedan después de haber hablado con el director de Ciudad de la Luz y otros representantes de la empresa pública. Su objetivo, que están consiguiendo, es que el complejo tenga actividad cero y, sin embargo, este mismo año costará 13 millones de euros de dinero público, medio millón solo en sueldos. ¿Qué función tienen esas 15 personas en un lugar sin actividad?

 

Al hacer un repaso en lo que quedó, finalmente, el proyecto que se describía como “el lugar donde los cuentos de hadas se hacen realidad”, la mayoría de afectados coinciden en que lo peor de este proyecto fue, sin duda, la oportunidad desaprovechada. “El negocio no es ni para Ciudad de la Luz SAU, ni para la Generalitat, ni para Aguamarga. Lo importante aquí era generar una estructura industrial capaz de crear empleos” reflexiona Javier González, consejero delegado de Aguamarga.

No era necesario crear en Alicante los mejores estudios de cine de Europa para apoyar al sector dentro de la Comunidad Valenciana; no, no lo era. Pero aun así seguía siendo una oportunidad como pocas se han visto dentro de esta región desde hace tiempo: se estaba creando industria. La industria es el motor de la economía; más aún, cuando el tejido empresarial está desapareciendo en nuestro país a consecuencia de la crisis y la deslocalización de las empresas.

 

Ciudad de la Luz podría haber consolidado empresas de servicios adyacentes como las que aparecieron y desaparecieron durante los últimos 12 años. Carpinteros, albañiles, jardineros, attrezzistas, pintores, técnicos, fotógrafos, maquilladores, especialistas, directores; así como restaurantes, hoteles, laboratorios… Todo ello hace falta para poner en marcha un complejo cinematográfico.

 

Tampoco es una quimera creer que los estudios, a pesar nacer en un lugar sin una trayectoria cinematográfica, podrían haber sido rentables. Con paciencia, con un mejor empleo del dinero y con una política de incentivos atractiva para los productores de fuera y de dentro de la Comunidad Valenciana se crearía el tejido industrial.

 

Ximo Pérez lo compara con la llegada de la Ford a Valencia. “¿Cuándo la Ford se instaló en Valencia había algún recorrido de fabricación de automóviles? No lo había, y en estos momentos es la gran esperanza de la economía valenciana. Babersberg tiene 127 empresas alrededor de los estudios, tenía que haber sido lo mismo. El problema fue la Generalitat nunca ha considerado el proyecto Ciudad de la Luz como un centro económico e industrial real. Ha servido más como un centro de promoción política”.

 

¿Llegará a convertirse en aquello que se prometía algún día? Elsa Martínez, ex directora del complejo, lamenta que los valencianos no hayan tenido paciencia para ver en qué se hubiese convertido el proyecto. Y recalca que, con una sentencia de la Comisión Europea que les insta a devolver los más de dos millones y medio, no le deja más remedio a la Generalitat que vender, aunque quisieran seguir apostando por Ciudad de la Luz.

 

Tendremos que esperar para ver si el nuevo propietario del complejo consigue hacer el proyecto realidad porque el Gobierno valenciano ya ha desistido, si es que alguna vez lo intentó. La preocupación de la oposición valenciana, como expresa Eva Martínez, su portavoz de grandes eventos, es cómo se va a llevar a cabo el proceso de venta. “Todo parece apuntar que los valencianos no vamos a recuperar esos 265 millones y me preocupa que ese proceso se lleve a cabo con total opacidad, con irregularidades y vulnerando la Ley de Contratos del sector público”.

Cuando finalmente se lleve a cabo la privatización, Ciudad de la Luz acabará como otros tantos grandes eventos valencianos de la pasada década: un aeropuerto en Castellón sin aviones o el envidiado parque de atracciones Terra Mítica, que acabó siendo otro cúmulo deudas del que la Generalitat ya se deshizo el año pasado al venderlo. El día que Alperi buscó una propuesta que superara la de Benidorm no imaginaba en qué sentido se acabarían cumpliendo sus expectativas.

 

Éstas y otras grandes ideas pertenecen a Sociedad Proyectos Temáticos, la empresa pública de la Generalitat que llegó a acumular casi 500 millones de euros de deuda pública.  Ciudad de la Luz es otro capítulo de una serie de grandes ruinas cuyo último episodio está aún por ver; pero, lo que es seguro, es que para los profesionales, estudiantes y artistas alicantinos, este largometraje no acabará con un "y fueron felices" antes de que se apague la gran pantalla.

Bruselas insta a la venta del complejo lo

antes posible para saldar la deuda

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© 2013 Trabajo de Fin de Grado de Rocío Ros Rebollo. Todos los derechos reservados. 

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